la primera vez fue una tormenta de verano.
una comparación típica y facilona, sí,
pero así fue;
nubarrones negruzcos que avanzaron más rápidos
que sus propios pasos
truenos que silenciaron sus razones
gotas que en segundos
empaparon sus ropas estivales
sus pieles curtidas de agosto
sus cabellos salados de mar
su tiempo ilimitado.
los huesos, los huesos permanecieron intactos
y cálidos.
el sol salió poco después
y con la misma rapidez, se secaron
rieron
se abrazaron
un mal entendido
una estupidez.
el recuerdo, casi agradable, de la hierba húmeda a sus pies.
esa fue la primera vez.
la segunda fue más rumiada, menos abrupta
el viento otoñal empujaba el fin de un verano
ya tibio
no bastó con desnudarse y esperar que la ropa se secara
tampoco bastó un abrazo
temblaron de frío y desconcierto
se sintieron frágiles, decepcionados
temerosos de mirarse
y continuar con quejas y críticas.
quebrarse.
en silencio, con la cabeza gacha
los hombros caídos
y
el decreciente eco de una sarta de insultos.
una manta vieja abrigó sus cuerpos calados
debajo, una improvisada reconciliación
encima, una lluvia fina
impalpable
invisible
incesante.
perdieron la cuenta.
con cubos anchos bajo las grietas
se habituaron al sonido de un goteo
premonitorio
y cuando el líquido turbio rebosaba los márgenes
lo vaciaban, resignados, por un desagüe
infecto. taponado.
en ese intervalo, en esa espera,
en ese tiempo escueto y tenso
se creían ligeros, liberados.
dispuestos a comenzar, otra vez,
mil veces,
de cero.
y otra gotera. mil goteras.
se cansaron.
se cansaron de verter el pasado
de parchear derrames
de saltar charcos
de retirar fango y evitar granizo.
se cansaron.
naufragaron.
ahora, a la deriva
aferrados a restos y añicos
entumecidos, sin voluntad,
se dejan llevar y se hunden
poco a poco. juntos.
05 septiembre 2013
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Qué mal rollo me da esa deriva del final. Porque todo lo demás es negativo, desde la primera tormenta pero el final es lo peor. Ese vagar por un mar silencioso sin tierra a la vista ni previsión de alcanzarla por más que se nade. Otro brillante poema sin título o nombre pero legítimo en cualquier caso.
ResponderEliminarA mí me fascina el mar, desde siempre, y todo lo que tenga que ver con él. Y me gustan, no me importa que vengan a ser recursos sobados, las metáforas marinas. Naufragar, hundirse, la deriva...
ResponderEliminarMe recordó aquel poema de Cristina Peri Rosi
"ojalá esta vez la tormenta
te arrastre a ti también"
No hay que llegar ahí nunca... yo lo veo así, se cortan amarras y viento en popa a surcar los vientos de la vida en solitario, lo tengo clarísimo.
ResponderEliminarHas dibujado un perfecto paisaje, de lo habitual de llegar al hastio juntos, terrible.
Mis besos a montones para ti pochola y preciosa y eterna en mi.