22 noviembre 2012
algunas veces me miro al espejo
y no te reconozco.
me sonríes, bostezas, haces muecas,
me sacas la lengua
como si nos conociéramos de toda la vida
y supieras todo de mí.
alegre unos días
harta, enferma, esquiva
otros.
en silencio
te devuelto tu imagen
pulcra y nítida
previsible
sin sorpresas, ni sospechas.
te sonrío, bostezo, hago muecas
y al girarte y apagar la luz
regreso a mi forma
invisible
sin haberte preguntado el motivo
de esos ojos apagados de ayer
ni esa sonrisa boba de hoy
ni ese brillo en la tez
ni el carmín nuevo en los labios.
obedezco, imito
y me callo
el deseo de saber
por el resto de tus horas.
con quién hablas
a quién evitas
a cuántos decepcionaste
y a cuántos hiciste reír.
si nos habías imaginado así
si seguimos observando
canturreando
sorprendiéndonos
si tenemos menos miedos
si está valiendo la pena
si los fracasos aún duelen
si el recuerdo de algunas risas
todavía permanece.
si debo temerte cuando niegas con la cabeza
la mirada opaca
las ganas muertas
la fe rota.
y si debo alegrarme cuando me examinas
plena, contenida, serena
y afirmas,
convencida y heroica:
sí,
en esto nos hemos convertido.
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Me veo
ResponderEliminarUn beso grande, nena...
Eó síq ue es hablar de tu a tu contigo misma. Bonito poema con el que es fácil identificarse.
ResponderEliminarYo siempre acabo evitando
ResponderEliminarmi reflejo.
Te mires donde te mires o cómo te mires, yo te veo preciosa... deseable. Tus letras me alimentan, viajan por mi cuerpo, me llevan a lugares, desconocidos para mi, sensaciones nuevas. Hago introspección, no rechazo, dejo fluir, me encuentro y me gusto... y la vida sigue.
ResponderEliminarMi beso es tuyo, ahora mismo.