pensé un día al despertarme, sin ti.
era septiembre.
puede que hiciera un sol velado
de esos que proyectan sombras muy finas
refrescan la carne
y apresuran los pasos.
quédate
te hubiera dicho en ese caso
quédate un rato más
te hubiera susurrado entonces
quédate hasta que consigamos odiarnos
y el vértigo
el precipicio
la arritmia
de verte marchar me ahoguen menos que ahora
todavía capaces de alargar un abrazo
aún diestros en desplazar la duda, reparar lo débil
dispuestos, a pesar de todo,
a olvidar ese día enfermo que nos hizo rehuir la mirada
torcer el gesto
sustituir las palabras.
quédate, te habría propuesto
por si acaso volvemos a ser más verbo que ancla
por si tenemos suerte, método, ganas, y esto termina durando
existiendo
recordando lo que pudo ser y, míranos, estamos pasando.
quédate, repetiría cien veces. ciento diez. tantas como me hicieran falta para terminar de creer que te quedas, que no te marchas.
pero si a pesar de todo
de todos mis quédate que se estrellan y te abrasan
de las sombras finas que se hacen opacas
de la arritmia que se vuelve náusea
del día enfermo del que crecen larvas
decidieras marcharte
gritaría a viva voz: vete
lárgate lejos
hazlo deprisa
no estires el tiempo, la trama
abre la puerta, lanza maletas, memorias, salta de historia
extiende las alas.
vete, aullaría
muerta de miedo y de rabia
infectada de orgullo vencido, de malas maneras, de alcohol barato que ni borra ni mata
vete.
y apuntaría con el dedo índice hacia adentro, hacia la sangre negra intoxicando el cuerpo minado. hacia el hueco, el pozo, el filo cortante.
y puede que entonces por fin callara
se me acabaran los nombres
agotara el nosotros
redujera el recuerdo a otro final anunciado
y puede que entonces, con ese silencio, con tanto de nada, por fin comprendiera
que hay cosas que pasan.
Si alguna vez publicas tu poemario al completo, con los que aquí escribas y los que quieras añadir, no dejes de avisar. Lo compraré. Y luego se lo llevaré a unos cuantos poetas para explicarles que los versos no están obligados a tener nubes, lunas, estrellas o árboles. Que la poesía no tiene límites y que hay temas más allá de los de siempre. Y que la poesía es también intensidad. Cada frase se escribe por un motivo. Estético o con intención significativa pero ha de estar por algo. Y este poema está lleno de placeres escritos.
ResponderEliminarYo también compraré ese poemario, y lo leería muchas veces, como muchas veces leo tus poemas aquí (ah, que bien vendría esa etiqueta en tu blog para buscarlos al instante) y pienso mientras los leo que tampoco hay demasiadas cosas que se parezcan, quizás porque son más viscerales de lo habitual, quizás porque huyen de la pretenciosidad. Tal vez porque porque rozan ese patetismo opaco del día a día, que creo que es el principal ingrediente de esta historia que no sé muy bien definir, pero tú lo haces maravillosamente.
ResponderEliminar"quédate, repetiría cien veces. ciento diez. tantas como me hicieran falta para terminar de creer que te quedas, que no te marchas".
ResponderEliminarCreo que ha sido uno de tus escritos de los que me han gustado más, será porque me recuerda a una escena de mi vida allá por marzo.
No es fácil, no, escribir así, con esa profundidad, con esa amalgama de recursos que tantos llamados poetas ni tan siquiera conocen...y es difícil escribir mejor de lo que tú has hecho hoy aquí porque además de hacerlo muy bien consigues tocar hondo hasta burlar ese lugar donde se ocultan tantos huecos vacíos..
ResponderEliminarUna belleza, hilia...mil gracias.
Todo belleza y cuánto dolor Hilia, enorme poema has escrito que estremece y hace que supure la herida de esos adioses que todos arrastramos. Te admiro querida poeta, eres muy grande y el abrazo que te envío, más grande todavía.
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