la gente se sorprende cuando con alguna copa de más,
alguna de esas noches que se alargan hasta los abrazos facilones,
la verborrea exagerada y los juramentos olvidadizos
les confieso que yo antes, no hace mucho,
era un varón.
en efecto
mírenme bien, aquí plantada con la falda y la peluca,
experta en horas de cocción
sabia en suspicacias
profesional de preocupaciones innecesarias, emociones a flor de piel, jardinería, lactancia y toxina botulínica
recitándoles mi vida
un hombre del montón
un poco calvo y barrigudo
de los que no subía la media al género
pero sujetaba la puerta
escuchaba lo justo
practicaba preliminares sencillos
invertía en cilindradas
y apreciaba las pulgadas de un buen televisor.
un hombre, tal vez, ligeramente acomodado
temeroso de los cambios
reticente a las pamplinas.
un espécimen que no se ajustó a los tiempos
y que incrédulo y aterrado
sin aviso previo, sin guión, normativa
ni decreto ley aprobado por el estado
observó por la calle, por los parques, por los sitios donde antes paseaba
barbas orondas, cuidadas, puntiagudas o redondeadas
cuerpos esbeltos, musculados, fruto de tres horas de gimnasio al día, cereales integrales, pechuga de pavo sin sal
y tofu en vez de fabada.
hombretones depilados con camisas color pastel
o peor aún, floreadas
que opinaban de fondos de armario, de la temporada de ópera en italia. de macrobiótica. del bosón de higgs.
señores sensibles
señores cultos
señores pacientes, amables, cariñosos (pero sin llegar a empalagar), amigos de sus amigos y de los animales, cocinitas, ecologistas, con sentido del humor y la manicura hecha.
señores que buscaban el zen, el punto g, la conciliación laboral,
lo último de coelho.
caballeros, en definitiva, tan perfectos y completos
que no tuve más remedio que abandonar
pasarme al otro bando
más laxo, más sencillo, menos estereotipado.
y aquí me hallo.
a pesar de las advertencias médicas, las contraindicaciones sociales
de esas risitas mal disimuladas.
a pesar de la incomodidad del sujetador, de andar todo el santo día con tacones
de tener que ver esos programas de famosas que se acuestan con famosos
-y algunas veces al revés-
aprendiendo todavía a no saber leer los mapas
a privarme de los postres
a exprimir el uso del escote en reuniones importantes,
aquí me hallo,
despreocupada, dichosa
y sobre todo convencida de haber tomado la decisión acertada.
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Un hombre que optó por entender que la vía del hombre ya no era ser hombre sino más bien dejar de existir. Los hombres son las nuevas mujeres, se dice por ahí. De todos modos difiero, no me parece una vía especialmente fácil. Complicada la veo. El relato versificado, eso sí, sorprendente y genial, claro.
ResponderEliminarPues no se Hilia, lo mismo y te preferia hombre, la barriga me seria indiferente, por supuesto. De este lado no todo es tan facil, ¿sabes?, las cosas han mejorado pero... lo mismo y aun te piensas el cambio otra vez.
ResponderEliminarUn vez mas, una delicia para mis instantes de sucumbir a la tentacion.
De Coelho cuesta librarse. Hoy soy un poco más misántropo. Es inevitable.
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